sábado, 30 de abril de 2011

El corazón tiene las dimensiones de un puño y su forma es semejante a la de una pera con la punta hacia abajo. El corazón es el órgano que simboliza el amor, sigue el ritmo de las emociones. Normalmente en una persona adulta el corazón se contrae unas 60-70 veces por minuto pero el de una persona enamorada muchas más, a veces llega hasta 100 sin que ni si quiera se de cuenta.
El corazón es el último órgano en rendirse, continúa latiendo incluso cuando está separado del organismo. Incluso cuando te abandona la persona amada, incluso cuando ya no quieres sufrir más, porque pierdes el control sobre él cuando está enamorado, cuando tu corazón late fuerte por otra persona, ya no eres tú quien manda, manda él.



Después de todo, los ordenadores se rompen y las relaciones se terminan.
Lo mejor que podemos hacer es reiniciar y respirar.
Tantos caminos, tantos desvíos, tantas opciones, tantos errores...
BIENVENIDA A LA ERA DE LA PERDIDA DE LA INOCENCIA
Nadie
desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables

Los hombres se van enamorando de quien se sienten atraídos, las mujeres se van sintiendo atraídas de quien se enamoran.


La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.




-¿Sabes cual es la definición de Perseverancia?
-¿Una excusa para seguir molestando?
-Perseverancia es mantenerse firme en el mismo curso de acción, sin tener en cuenta el Rechazo, la Oposición o el Fracaso PREVIOS.


Nuestros mayores arrepentimientos no
son por las cosas que hicimos; 
son por las que no hemos hecho.

No existe el olvido, no se puede olvidar a una persona o un hecho, simplemente, se supera. Superas relaciones, superas miedos, superas pérdidas, superas heridas, continuamente superamos cosas, pero no las olvidamos. No desaparecen de un día para el otro ni de un año a otro de nuestra mente, simplemente comenzamos a darle importancia a otras cosas u otras personas que nos van alejando de lo que nos causa daño hasta que logramos que no nos afecten más. Es una cuestión más que nada de tiempo.


Había una vez una chica que cuando cerraba los ojos, creía que el mundo ya no la podía ver. Solía cerrarlos cuando se sentía sola o angustiada, o simplemente cuando tenía miedo. Todo el mundo pensaba que era una mujer fuerte y valiente, y muy pocos sabían que, en realidad, era frágil, que muchas veces lloraba y que frecuentemente se sentía asustada y sola, como una niña perdida en un bosque, de noche.

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