No es la altura, ni el
peso, ni la belleza, ni un titulo o mucho dinero lo que convierte a una persona
en grande... Es su honestidad, su decencia, su amabilidad y respeto por los
sentimientos e intereses de los demás. Cuando habla de frente y vive de acuerdo
a lo que habla, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y
sonríe... Una persona es grande cuando comprende, cuando se coloca en el lugar
del otro, cuándo obra no de acuerdo con lo que esperan de ella, sino de acuerdo
con lo que espera de sí misma...
Hay que tener un corazón que nunca endurezca, un temperamento que nunca se
canse, y una forma de ser que nunca hiera.
Nos olvidamos, ignoramos nuestros sueños, como si lo
que soñáramos lo soñara otro. Algunos sueños nos dan miedo ¿por qué? Porque son deseos que vienen de un lugar profundo,
desconocido, casi oculto para nosotros. Y sin embargo esos sueños hablan de
nosotros más que nosotros mismos. Nada define mejor a una persona que
aquello con lo que sueña.
Esos sueños no tienen fecha de caducidad: uno sueña, sueña, sueña hasta que ese sueño se hace realidad. Pero ¿qué es sueño? ¿Qué es realidad? ¿Por qué llamamos sueños a nuestros deseos? Porque en los sueños todo es posible.
Cuesta entenderlo, uno en los sueños puede hacer lo que desea…
Hay que encontrarle la vuelta, siempre hay una manera, estamos hechos de la misma materia que los sueños. Podemos hacer de nuestra realidad lo que soñamos. La realidad y los sueños son la misma cosa. Podemos cambiar, hacer y ser lo que queramos. Entender esto es tener medio camino ganado.
Sueños de amor, sueños de gloria, pequeños y grandes sueños, todo se puede alcanzar, solo se trata de encontrar el truco y recordar que la vida es un rato que tenemos para jugar, un rato para cumplir nuestros sueños, un rato antes de que se termine el juego.
Esos sueños no tienen fecha de caducidad: uno sueña, sueña, sueña hasta que ese sueño se hace realidad. Pero ¿qué es sueño? ¿Qué es realidad? ¿Por qué llamamos sueños a nuestros deseos? Porque en los sueños todo es posible.
Cuesta entenderlo, uno en los sueños puede hacer lo que desea…
Hay que encontrarle la vuelta, siempre hay una manera, estamos hechos de la misma materia que los sueños. Podemos hacer de nuestra realidad lo que soñamos. La realidad y los sueños son la misma cosa. Podemos cambiar, hacer y ser lo que queramos. Entender esto es tener medio camino ganado.
Sueños de amor, sueños de gloria, pequeños y grandes sueños, todo se puede alcanzar, solo se trata de encontrar el truco y recordar que la vida es un rato que tenemos para jugar, un rato para cumplir nuestros sueños, un rato antes de que se termine el juego.
Tarde o temprano llega el momento en que todos
debemos convertirnos en adultos responsables y aprender a renunciar a lo que
queremos para elegir lo correcto, aunque pasarse toda una vida siendo
responsable no siempre es fácil y conforme pasan los años, la carga puede hacerse
demasiado pesada para algunos. Pero seguimos intentando hacer mejor, lo que es
bueno, no solo para nosotros, sino para aquellos a los que amamos. Sí, tarde o temprano todos
debemos convertirnos en adultos responsables, nadie lo sabe mejor, que los jóvenes...